Navarra
‘Los Navarros son impíos’, recita el Codex
Calixtinus, una de las primeras guías de viaje del Camino que se conozcan. Y
bien habremos de pensar en eso hoy que nos encuentra aún en Navarra, al filo de
La Rioja. En Viana, una magnífica ciudad en la cima de una colina, visible por
millas, y que alberga la tumba de Cesare Borgia, el hijo del Papa Alejandro VI,
generalísimo de las fuerzas papales y testigo de una y mil intrigas Vaticanas,
ultimado durante un sitio a Viana en el siglo XVI.
Los días del Camino se
mezclan todos como naipes en un sombrero, amenazando con convertir en cotidiano
lo que es en verdad un rito hermoso: caminar, descansar, embeberse de la
historia del norte de España, y de sus vinos nobles. Algunos más nobles que
otros, es claro. La gastronomía no ha sido nuestra amiga devota en estos días
en Navarra. El vino ha sido también un poco desparejo, aunque el verdejo es una
uva simple y aromática que acompaña bien el menú del peregrino, simple y
reparador como pocos.
Los Navarros no solo son impíos sino también malhumorados
y bandoleros. No todos, es claro, pero no por nada el Camino en sus inicios
evitaba Navarra, para que los peregrinos pudieran evitar los bandidos del lugar,
capaces de matar por unas sandalias y un manto. Pero hoy el Camino es parte de
la vida de estos lugares, y uno transcurre y se suma a estos pueblos
indiferentes de los que es fácil despegarse apenas sea la ocasión. En el
trayecto de hoy Torres del Río esconde una joya del románico del siglo XI-XII,
la Iglesia del Santo Sepulcro, un templo octogonal como el de Santa María
de Eunate, más templo que iglesia, pero
mucho más pequeño, custodiado por María Carmen, quien por el costo de 1 Euro
nos permite reposar a la sombra y explorar lo que significa sentirse pequeños
ante la historia.
El Camino de a poco va acercando también
preguntas sin respuesta y la oportunidad de preguntarse el por qué de tantas
cosas que antes no merecían atención. ¿Un ejemplo? La relación entre años y
engaños, palabras enlazadas en la rima como si la edad fuera imprescindible
para descubrir los puntos flacos de nuestra vida o de nuestras emociones.
En
Sansol encontramos a Sonsóles, una mujer de la edad - la nuestra- en la que
vale reírse de uno mismo sin pudor.
Sónsoles nos dijo ‘¿Argentinos? Mi hijo es medio
argentino’. Ante mi pregunta de por qué, añadió: ‘Su padre es argentino. Pero
ya no estamos juntos’. Nuestra respuesta evocó lo que me dijo una amiga hace
unos años: ‘Argentinos...tan encantadores como infieles’. Sonsóles asintió
remarcando algo acerca de que si los moros, que si no hubiera ido con su prima
y su tía, y la verdulera, que si la hubieran criado de otra forma, que si
Logroño o que si el otoño, o qué sé yo. Logroño es nuestra meta mañana. Una
etapa fácil de 13km, que tal vez no demande el mejor de nosotros, a menos de
que llueva todo el día, y el viento del mundo decida hincar su diente sobre nuestro trayecto.
Hay solo una forma de caminar el Camino. Es hacia
Santiago y no desde Santiago. Hay una sola versión que nos sirve, que nos
motiva, que nos une. No es como nosotros, cuya versión cambia a cada rato,
esperando que vengas a enamorarte de alguna de ellas y la hagas tuya, la fijes
en tiempo y espacio, la detengas en este punto exacto del Camino, este mismo
donde hoy busco y rebusco conjurar en palabras el rescate de tu recuerdo. Ya
estuviste aquí, me digo, ya caminaste estos senderos, ya me dejaste mensajes en
todas las fuentes, en todos los olivos. Te habrás simplemente adelantado o
retrasado. Valga el Camino como forma de encontrarte, ahora que sé que no
estás, claro, pero porque no puedes, no porque no existas.
‘And you want to
travel with him
And you want to
travel blind
And you think
maybe you'll trust him
For he's touched
your perfect body with his mind’
Leonard Cohen (‘Suzanne’)
27 de Septiembre
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