jueves, 11 de abril de 2013

Castilla y León (JFN)


Castilla y León




Hace ya un par de días incursionamos en Castilla y León, una nueva región diferente en orografía y costumbre a Navarra y Rioja. Rioja es una región extraña, carente de gente y ruido, pero plena de arcilla y vino. Navarra, en general, es más difícil de precisar. Una región agreste y montañosa, poblada de gente introvertida y de sonrisa áspera. Los navarros, a decir verdad, no la pasan bien en el Codex Calixtinus, la primera guía del Camino Francés que haya dejado copia. Los despacha así: ‘Son un pueblo bárbaro, diferente de todos los demás en sus costumbres y naturaleza, colmado de maldades, de color negro, de aspecto innoble, malvados, perversos, pérfidos, desleales, lujuriosos, borrachos, agresivos, feroces y salvajes, desalmados y réprobos, impíos y rudos, crueles y pendencieros, desprovistos de cualquier virtud y enseñados a todos los vicios e iniquidades.’ Y remata con la última frase; ‘Por un dinero mata un navarro’. Lo que hace pensar en la ligera variación de ‘Por un dinero mata a un Navarro’. Lo cual espero no se haga verdad pronto. Nuestra compañera de Camino, Laura, tiene una versión ‘light’ del Codex, cuando afirma que lo que une a los Navarros (en el mismo sentido que a los vegetarianos los une el deseo de una hamburguesa) es el deseo de haber nacido con cuatro manos, así podrían utilizar dos para aplaudirse continuamente.....y yo me digo, ‘Ladran Sancho’. Hablado del Quijote, estaría contento aquí, ya que la meseta castellana está llena de parques eólicos con gigantes molinos blancos que adornan (¿afean?) las vistas por kilómetros a la redonda.
Ayer fuimos de Burgos a Hornillos del Camino, y hoy estamos en Castrojériz.


Dos jornadas lindas, con buen tiempo y fáciles de ejecución y kilometraje. Sin embargo, el Camino se encarga de pasar factura hasta de lo más convenido. Pablo tiene una tendinitis causada, a su decir, por su tendencia a levantar el dedo gordo del pie a la hora de marchar. Yo, en cambio, creo que se debe a algún pecado inconfesado, del cual uno nunca obtiene absolución. Y si no lo creen, en Frómista, donde iremos mañana, está el ejemplo de que es así. Cuenta la historia de que una hostia consagrada usada para la unción de los enfermos se quedó pegada a la patena por no haber confesado el recipiente de dicho sacramento un pecadillo que había quedado impago. Solo cuando lo confesó pudo recibir la comunión y morir en paz. Dicen que la patena original aún se conserva en Frómista, ojalá la podamos ver.
El Camino sigue, como verás, acercándome a mí al menos a lugares en los que no había estado hace mucho tiempo. 


Lugares mentales, me refiero, en los que pareciera haber recobrado el lenguaje y puedo hilvanar expectativas y deseos con palabras. Recuperar el castellano para mí ha sido un gran reencuentro. El poder hablar en la lengua de mi niñez con fluidez y confianza, el poder jugar con los tiempos verbales y con el vocabulario para ver si puedo sorprenderte o nombrarte de formas que no adivines. Y sobre todo soñar en castellano. Verte aparecer, como anoche, cuando me decías: ‘Estás taciturno. ¿Quieres que te regale el mar? ¿Todo este mar?’ Y señalabas tu ausencia.
El amor le toca a quien le toca, me digo, y si mi peor pecado ha sido querer me considero afortunado. Redimir el amor no requiere, a fin de cuentas, coraje, sino sólo el milagro del olvido. Me apresuro a aclarar, en este gesto inesperado y torpe que es la prosa, que dicho milagro aún me espera. Y no olvido. De cómo tu recuerdo sitia mis letras y amenaza con hacerse dueño de todo este inmenso camino que tengo para darte. Pero no te preocupes. Hoy acudimos todos; yo, mis sueños cansados y mis ganas de abrazarte, al pequeño escenario donde te recordamos y tratamos de quererte hoy como debería haberte amado siempre.

‘Jo no prometo res
només camino’

Joan Manuel Serrat (‘Cançó per a en Joan Salvat Papasseit’)

5 de Octubre

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