Juegos
El Camino nos trajo hoy a Sahagún, pasando por Terradillos de los
Templarios, donde marcamos la mitad del Camino Francés.
Hemos caminado ya casi 400 kms, lo cual parece impresionante hasta que uno recuerda que tal distancia no nos llevaría ni de Santiago del Estero a Córdoba. Pero para nosotros han sido días intensos donde el tedio, el cansancio, y esa voluntad innata de seguir caminando empiezan a jugar con nuestra entereza. No por nada en esta parte del Camino se pasa del mito al rito, de estar motivados por adrenalina e inspiración a estar sostenidos por la tentación cierta e inexplicable de seguir. El Camino empieza a jugar con las sensaciones de uno, luego de buscar flancos débiles de toda forma. Al final del día uno se siente entorpecido por el sol, entumecido por el viento, amoratado por el casi medio millón de pasos que llevamos dados.
Los juegos se multiplican en esta parte del camino. Los juegos esotéricos y claves extrañas eran lugar común para la Orden del Templo (vean si no el símbolo grabado en la puerta de Santa María la Blanca; la Iglesia está llena de cruces y otros símbolos, en paredes y columnas), que mandaba por estos lugares hasta que fue diezmada un fatídico viernes 13. Trece es doce+1 y doce es el número sagrado del Camino, como es doce, por supuesto, el número de los apóstoles (el +1 sería Cristo), o el número de constelaciones del Zodíaco, o el número de oficios en los capiteles románicos, o el día de mi cumpleaños. Los peregrinos reproducen con pequeñas rocas instancias del Juego de la Oca en los lugares más insospechados, y hasta hay un inmenso juego en la plaza al lado de la Iglesia de San Bartolomé (el que aparece con un manto, para significar la piel que le quitaron durante el martirio) en Logroño. Hay veces que uno se siente empujado a la mística en el Camino, y no somos los primeros. Está la Virgen del Dado, no lejos de aquí, que conmemora un episodio cuando un peregrino, luego de haber sido esquilmado por algún tahúr profesional, arrojó un dado que impactó el rostro de una estatua del Niño. Quien empezó inmediatamente a sangrar. De estos mitos está lleno el Camino y recogerlos a medida que pasamos por estos lugares se ha convertido en una de nuestras ocupaciones.
Y ¿tú? ¿En qué mazo de cartas, en qué lado del dado, en qué salto de ruleta te escondes hoy? Hoy estás presente en este juego de palabras en que se ha convertido, sin intención, este diario de viaje. Todo viaje en el que uno lleva el alma se transforma en búsqueda de algo desconocido y demanda de alguna manera echarse a la suerte. Y la suerte no es siempre inocente. Como me dijo una astróloga que conocí hace muchos años en un programa de radio. Yo le había preguntado, en esa forma vana que a menudo usamos los científicos, si podría adivinar mi suerte. ‘¿Sabes ya todo lo que duele la suerte?’ me contestó. Hoy sé que tenía razón, y que no toda suerte bendice, así como no todo arco iris esconde tesoro. Me queda solo rogar que, en este echar de doce dados que es el Camino, todos muestren la misma faz. Y que sea la tuya.
Hemos caminado ya casi 400 kms, lo cual parece impresionante hasta que uno recuerda que tal distancia no nos llevaría ni de Santiago del Estero a Córdoba. Pero para nosotros han sido días intensos donde el tedio, el cansancio, y esa voluntad innata de seguir caminando empiezan a jugar con nuestra entereza. No por nada en esta parte del Camino se pasa del mito al rito, de estar motivados por adrenalina e inspiración a estar sostenidos por la tentación cierta e inexplicable de seguir. El Camino empieza a jugar con las sensaciones de uno, luego de buscar flancos débiles de toda forma. Al final del día uno se siente entorpecido por el sol, entumecido por el viento, amoratado por el casi medio millón de pasos que llevamos dados.
Los juegos se multiplican en esta parte del camino. Los juegos esotéricos y claves extrañas eran lugar común para la Orden del Templo (vean si no el símbolo grabado en la puerta de Santa María la Blanca; la Iglesia está llena de cruces y otros símbolos, en paredes y columnas), que mandaba por estos lugares hasta que fue diezmada un fatídico viernes 13. Trece es doce+1 y doce es el número sagrado del Camino, como es doce, por supuesto, el número de los apóstoles (el +1 sería Cristo), o el número de constelaciones del Zodíaco, o el número de oficios en los capiteles románicos, o el día de mi cumpleaños. Los peregrinos reproducen con pequeñas rocas instancias del Juego de la Oca en los lugares más insospechados, y hasta hay un inmenso juego en la plaza al lado de la Iglesia de San Bartolomé (el que aparece con un manto, para significar la piel que le quitaron durante el martirio) en Logroño. Hay veces que uno se siente empujado a la mística en el Camino, y no somos los primeros. Está la Virgen del Dado, no lejos de aquí, que conmemora un episodio cuando un peregrino, luego de haber sido esquilmado por algún tahúr profesional, arrojó un dado que impactó el rostro de una estatua del Niño. Quien empezó inmediatamente a sangrar. De estos mitos está lleno el Camino y recogerlos a medida que pasamos por estos lugares se ha convertido en una de nuestras ocupaciones.
Y ¿tú? ¿En qué mazo de cartas, en qué lado del dado, en qué salto de ruleta te escondes hoy? Hoy estás presente en este juego de palabras en que se ha convertido, sin intención, este diario de viaje. Todo viaje en el que uno lleva el alma se transforma en búsqueda de algo desconocido y demanda de alguna manera echarse a la suerte. Y la suerte no es siempre inocente. Como me dijo una astróloga que conocí hace muchos años en un programa de radio. Yo le había preguntado, en esa forma vana que a menudo usamos los científicos, si podría adivinar mi suerte. ‘¿Sabes ya todo lo que duele la suerte?’ me contestó. Hoy sé que tenía razón, y que no toda suerte bendice, así como no todo arco iris esconde tesoro. Me queda solo rogar que, en este echar de doce dados que es el Camino, todos muestren la misma faz. Y que sea la tuya.
‘No trobarás la mar
la mar fa temps que va fugir
un dia se’n va anar
i em va deixar aquí.’
María del Mar Bonet (‘No
Trobarás la Mar’)
9 de Octubre
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