Epilogo
Anochece en la ciudad de México. Con
Laura hemos llegado a esta ciudad entrañable y única hace ya dos semanas. Ella
ha salido a reunirse con dos amigas, mientras yo aprovecho para poner punto
final a estas páginas. El ruido del tráfico se vuelve intenso, caótico. Me
invade la melancolía de poner final a este diario de viaje. ‘A Santiago nunca
se llega, solo se va’ es la frase que me ha acompañado en estos meses en los
que he escrito este diario. Con la sensación extraña de que, de una manera u
otra, para bien o para mal, aún estoy en el Camino. Habría tantas cosas más
para contar. Por ejemplo, podría haber escrito sobre la deslumbrante belleza de
León, de la cena en la que festejamos el cumpleaños de Julio con Olga y Raquel, de la despedida de nuestras
hermanas del Camino, de las promesas de reencontrarnos pronto. Podría haber
escrito todo esto y más aún, pero estas cosas ya las hemos vivido como turistas
y no como peregrinos. Por ello, aunque sean entrañables, no tienen cabida en
estas páginas.
Solo resta añadir que anoche hemos
hablado con Julio un largo rato, recordando y programando la segunda etapa de
nuestra peregrinación. Hemos decidido caminar desde el 13 de Julio y llegar a
Compostela el 25 de Julio, el día que se conmemora a Santiago Apóstol.
Volveremos, entonces, en unos cuantos meses, bordón en mano, a seguir la ruta
milenaria, cumpliendo con nuestra consigna: de Santiago a Santiago. Así que,
ultreia, mis amigos, ultreia. ¡Nos vemos en el Camino!
25 de
enero del 2013
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